Que nuestros hijos jueguen solos es algo normal e incluso positivo para el desarrollo de su imaginación y de otras habilidades.
Pero cuando prefieren jugar solos a jugar con otros niños tendemos a preocuparnos.
En el artículo de hoy hablamos sobre si es motivo de preocupación que nuestros hijos prefieren jugar solos a hacerlo en compañía de otros niños.
Es normal que jueguen solos
En muchas ocasiones no les queda otra, ya que si no tienen hermanitos con los que jugar, habrá momentos en casa que tendrán que jugar solos.
Además de esta observación, hay varios factores que hacen que prefiera jugar solo, como es la edad. Si el niño es pequeño todavía no tiene desarrollada la habilidad de socialización, por lo que es normal que juegue solo.
También influye la personalidad del pequeño. Hay niños más independientes a los que les gusta crear su propio mundo a la hora de jugar y no necesitan de otros para entretenerse.
Pueda también tratarse de una cuestión de timidez. Quizá les cueste más romper esa barrera a la hora de entablar conversación con otros niños y prefieran jugar en solitario.
Beneficios de ser independiente a la hora de jugar
Jugar solos motiva su creatividad y su imaginación, ya que ellos mismos crean sus historias y sus aventuras con sus juguetes.
Jugando solos descubren sus intereses y aprenden a conocerse mejor a ellos mismos.
También les ayuda a ser más independientes y adquieren más autonomía, ya que no dependen de estar acompañados para entretenerse.
¿Debo preocuparme?
Como hemos comentado, jugar en solitario no es algo negativo ya que los niños desarrollan ciertas habilidades al hacerlo.
Pero es cierto que hay otras habilidades de carácter social que deben adquirir y cuyo primer paso es el juego con otros niños.
Lo único que puede ser algo preocupante es cuando nuestro hijo se niegue siempre y bajo cualquier circunstancia a jugar con otros niños, ya que puede ser señal de algún otro problema.
En ese caso, os recomendamos consultar la situación con un psicólogo infantil que sabrá daros la indicaciones adecuadas.
Ante todo, no hay que presionar al niño ni obligarlo a hacer algo que no quiera, podemos hablar con él para intentar que nos explique sus motivos.
Lo habitual es que sean situaciones puntuales. Debemos pensar que es positivo que nuestros hijos tengan la capacidad de entretenerse y divertirse solos.